31 marzo 2014

CUARESMA 2014 (VII): "EH, TÚ, LLUVIA...."

¡Eh, tú, Lluvia!, ¡maldita y bendita seas! Aprovecha ahora que aún faltan días. ¡Como se te ocurra aparecer por aquí dentro de dos semanas la vamos a tener! Mira por una vez y apiádate de estos mortales humanos que te veneran como su maná para que sus cosechas les den para comer. Tienes tiempo de hacernos la visita, quedar como una señora y marcharte por donde has venido durante diez díitas. ¿Tanto te cuesta que durante una semana te programemos la agenda? 

Te hablo desde Andalucía. Una tierra Mariana y Cofrade que vive del campo. Tremenda dualidad cuando apareces fuera de lugar, y dejas seca toda la primavera para sólo aparecer cuando mi pueblo le reza a Dios en la calle. ¡Mira que eres canalla, Lluvia! El jornalero está mirando al horizonte de sus campos estos días para que el trigo que le sirve de sustento, las aceitunas que aportan el aceite y el pan de muchas familias en septiembre nos den sus frutos, y todo depende de ti. Y tú hay veces que acabas mirando para otro lado, ¿no te da ná? 

Cualquiera que te mire podrá pensar que disfrutas con el sufrimiento de los míos, con su llanto por arruinar las tierras de cultivo y el trabajo de las Hermandades durante todo el año en el día de su máxima ilusión, las esperanzas de esos niños que sueñan con poder verter cera caliente al suelo, o llevar caramelos en su canasto.  No quiero verte aparecer el Viernes de Dolores cuando la Señora Servita quiera pisar la calle como “la primera” de nuestra Semana Santa. 

Quiero seguir viéndote ahora, quiero que los árboles goteen, que los arados rezumen barro, quiero que le des a Andalucía no riqueza, porque nunca la tuvo más que en su patrimonio cultural y gastronómico y sentimental. Quiero que le des lo que es justo para que no muera cada día un poquito más, cada día que le dejas tu sillón a ese sol de justicia que ya está avisando que en verano viene para quedarse y darnos tormento. Quiero que alimentes cuanto puedas esta semana las almas incansables y las manos encalladas que sostienen el arado y ordeñan los olivos. Las cinturas que doblan para mover la azada y recoger hortalizas. Quiero que llenes pozos y purifiques el aire que nos toca respirar mientras nos asfixian los que mandan.


¡Eh, Lluvia, sí, tú, la que nombro! ¡Sigue con tu visita durante unos días! Deja tu bendición y márchate hasta últimos de Abril. Limpia bien el aire para que lo invada el incienso y luego vuelve a limpiarlo de nuestros llantos. Y  recuerda mi advertencia. Dentro de dos semanas aquí no eres bienvenida. Vete a Londres, o a Moscú, o al Amazonas, esos sitios donde ya vives como una más y que son muy bonitos para unas vacaciones de Semana Santa. Pero a los de aquí, déjanos vivir como nos gusta, haz que quite el “maldita” de mi exclamación, y que jornaleros y cofrades podamos decir: ¡Bendita seas, Lluvia!.

CUARESMA 2014 (VI): "EL SILENCIO DEL LLANTO DE LA LLUVIA"


Hace unos días se publicó y repartió el tradicional boletín informativo de Cuaresma de mi Hermandad del Silencio, como hacen todas las Hermandades por estas fechas. En el además de información sobre cultos, memorias de la propia Hermandad, y otras cuestiones se recogen artículos varios. Es un honor que el coordinador del mismo Antonio García Baeza, se haya acordado de mí un año más para que escribiera en él. 

Al parecer ha gustado mucho entre los hermanos el texto así que, he decidido, para los que no tengáis la oportunidad de leer el boletín, compartirlo con todos vosotros. Deseo de corazón que os guste y que entendáis que los destinatarios del artículo son los hermanos que realizan la Estación de Penitencia cada Viernes Santo bajo el antifaz morado. Aún así, puede que si vosotros salís en alguna otra cofradía y habéis vivido algo parecido, también os veáis identificados. Aquí os lo dejo:

Permíteme que te tutee Hermano, porque así me expresaré mejor. El otro día mientras buceaba en mis recuerdos, encontré un montoncito de papeletas de sitio de nuestra Hermandad. Es en ese momento en el que a uno se le agolpan los recuerdos. No están todas y por eso no puedo contar ya los años que uno cumple con la Estación de Penitencia del Silencio, pero sé que son más de diez, y de doce. Son tantas vivencias, tantas imágenes, tantas sensaciones…

Tú, como yo, Hermano puede que lo sepas. Que habrá gente que nunca podrá (o querrá) saber lo que se siente. Yo sé lo que es recorrer nuestro itinerario con los pies descalzos y comprobar el calor que el sol le ha aportado a nuestro asfalto aún ya habiendo anochecido. Sé lo que es celebrar un Via-Crucis cuando el tiempo no nos ha permitido salir. Pero nunca había vivido un susto como el del año pasado. Tú, Hermano si llevas más años que yo bajo el antifaz de Nuestro Padre, sí que lo habrás vivido. Si no es así, posiblemente tendrías sensaciones parecidas a las mías…  o las tuyas propias.

Una vez un miembro de nuestra Corporación me dijo “Esta es la única hermandad en la que no se llora cuando no se sale por la lluvia”. Esta hermandad es la única en la que hay tantas cosas diferentes al resto…. Pero esta hermandad la forman hombres y mujeres, personas con su corazoncito. Almas que durante todo el año trabajan por y para Él y Ella, Nuestro Padre, y Nuestra Madre de Dolores. Y cada persona es un mundo. Y yo no me considero de los que se avergüenza por llorar públicamente aunque este año nadie me viera. Me emocionaron muchas cosas.

Bajo mi antifaz ya casi humedecido por el llanto del cielo, pasaban por mi mente muchos momentos. Pasaba cada noche de montaje del Altar del Quinario, pasaban por mi mente el montaje y desmontaje de los pasos. Pasó por mi mente la imagen de tener “Sus Manos en mis manos”, y pasó por mi mente la imagen de un cuerpo de nazarenos que se mojó como se mojaron Él y Ella. Pasó por mi mente una legión de almas que jamás abandonarían a su suerte a sus Titulares. Pasó por mi mente el amor de muchos que sin estar en la procesión, no la abandonaron y se quedaron viéndola. Pasó por mi mente el respeto de Carmona ante su Señor. Y tantas y tantas cosas, que me provocaron no aguantar más, y reventar de rabia bajo mi antifaz.


Sí, Hermano… lloré, a pesar de que en esta Hermandad “no se llora por la lluvia”. Y por mi cara, pasaron varias lágrimas. Porque tú, Hermano, sabes como yo, que esta hermandad es distinta. Porque sabes que llevamos tan dentro a ese Nazareno con su Cruz de Carey a cuestas y a esa Dolorosa de carita de porcelana celestial, que si al cielo se le antoja llorar, también lloramos por Ellos. Porque tú, Hermano, lleves los años que lleves entre nosotros, sabes como yo que en esta Hermandad, hasta cuando es inevitable llorar, se llora con la misma filosofía con la que se sonríe, se suspira, se reza, o se siente bajo la túnica cada Viernes Santo: en SILENCIO.

23 marzo 2014

CUARESMA 2014 (V): "SOY POR MIS AMIGOS"

Soy por mis amigos. Soy hermano de número y cuota de dos Hermandades, de mi Santiago de mi niñez, y de mi Silencio de adolescencia. Pero soy hermano de cariño de todas y cada una de las Hermandades de mi Carmona natal y de Sevilla Capital. 
Y creo que esto si no con todas, al menos nos pasa con algunas, a todos nosotros. Todos tenemos un amigo, o un familiar que no es de nuestra Hermandad, pero que directamente proporcional al cariño que le tengamos esa o esas personas, nos han hecho ver en sus Hermandades cosas que hacen que se desarrolle la querencia.

Yo he tenido amigos y familiares que me hicieron crecer el cariño por notarlo en su mirada. Cariño por la sobriedad de las Vísperas con la Virgen de Los Dolores Servitas en la estrechez del Arquillo de San Felipe, por su recogida sin hacer ruido con los sones de "Virgen del Valle" (una de mis marchas favoritas), por el "Palio" que no lleva palio, porque no le hace falta teniendo estrellas que lo cobijen.  Por esos cariños soy de Los Servitas.

Más amigos, y más cariño: por el izquierdazo de Nuestro Padre Jesús de La Coronación de Espinas subiendo Hermanas de la Cruz, con la algarabía de una Esperanza Marinera con razón, porque dicen los datos arqueológicos que al principio de los tiempos esta tierra también tuvo mar, como el mar por el que ahora mece La Esperanza cada Domingo de Ramos. Por ese cariño soy de La Esperanza.

Cariño que me imponen amigos del alma cuesta arriba de San Felipe. Cuesta arriba para Hermanas de la Cruz, cuesta arriba por Joaquín Costa, Cuesta arriba para su casa. Y más cuesta arriba se me hace el cariño por esta Hermandad de la Amargura, desde que tuve que hablarle a María Santísima del Mayor Dolor. Hecho que colmó mi emoción, y mi cariño siempre por Ella, y por su hijo de la Silueta Inigualable. Por ese cariño y por otros muchos, soy de La Amargura.

Cariño en amigos y en mí, cariño que se desvive por el barrio de los barrios, con olor a pan cociéndose en el horno y la recogida eterna de San Blas, por su paraíta en la puerta de mi peña "Pitos de Caña", por su amplitud llenando todo el Raso de Santa Ana. Cariño porque en ese barrio se criaron mi madre y mi abuela. Cariño porque ésta Hermandad es de las que tengas amigos o no, ella solita desprende e impone el cariño. Por este cariño, y porque sí, soy de San Blas.

Amigos que me inyectaron al alma un cariño que yo viví de estudiante junto al muro del Colegio Público Cervantes. Cariño porque en una capilla tan pequeñita tiene cabida lo más grande. Un misterio parido en Carmona de manos de un Carmonense, y una Virgen de Angustia morena que mi madre me enseñó a querer cuando pasaba en su palio persa con su cara a mi altura, subido yo en la antigua glorieta del Paseo del Estatuto. Cariño por cada petalada en Tinajería y Tahona. Cariño por el tañer tan inconfundible de la campana de la Capilla.  Porque, porque lo llevo en mi nombre, no tengo más remedio que ser de San Francisco.

Soy de Santiago y soy del Silencio, pero eso se merece un artículo aparte. Porque hay mucho más que cariño.

Cariño como el que me recuerda a mi abuelo Luis, llevándome a pasear por la Alameda a comer helado de vainilla del puesto azul que tenían Los Valencianos mientras esperaba el destello cegador de nazarenos de blanco que ninguneaban al sol, y un Cristo Humilde y solitario reinando en las mañanas del Viernes Santo. Por ver salir el Palio de Cajón de La Virgen de Los Dolores tras una noche de vivencias con los costaleros de La Columna en la Cueva Mesa. Por tantas miradas que les echo bajo mi túnica del Silencio cuando me dirijo a San Bartolomé y nadie puede verme. Por esos cariños, porque ahí hice mi Primera Comunión,  soy de San Pedro.

Y cariño de familiar fundador de su primera cuadrilla de costaleros. Cariño por que el nombre de su Virgen de Buiza (Soledad) me ha servido tantas veces para conocerme mejor. Cariño por su sobriedad, por su recuperación de protocolo y tradiciones, cariño por la nostalgia presente que hace sentir a todo cofrade que se precie, sin que haya llegado aún el tiempo de la nostalgia. Cariño porque dijo Dios que "los últimos serán los primeros", y esta es la última de la Semana Santa. Porque es un cariño fácil, soy del Santo Entierro.

Y si nos ponemos a mirar, yo tengo amigos en Carmona y Sevilla que me hacen ser un poquito de Las Penas y el Despojado, de Tres Caídas y Macareno, del Silencio y del Calvario. De San Julián, y del Baratillo. De Cigarreras y Santa Marta. De la Exaltación y La Soledad de San Lorenzo y de Monserrat...

En fin, que cualquiera que sepa lo que es el cariño, podrá decir soy de tal o cual Hermandad, porque sea hermano o del barrio. Pero en el fondo de su corazón sabe que cada día en algún momento de su tiempo, de su mirada y de su alma, siente a la que toque como propia. Por eso seguro que sé que somos muchos los que podríamos decir, todos y cada uno de los días de Semana Santa aquello de: "hoy sale LA MÍA",  porque por cariño, por los familiares y por los amigos, somos de TODAS. Yo lo digo como lo siento, yo soy de todas. Lo soy por mis amigos.


22 marzo 2014

CUARESMA 2014 (IV): "LA SEMANA SANTA EN LOS SENTIDOS"

La Semana Santa es la Semana de Los Sentidos. Los del ser humano. Los de cada alma presente en la calle, en las procesiones, en los bares, hasta en su propia casa viéndola por televisión. Es la semana en la que se realzan los cinco sentidos como lo hace la propia ciudad por sí misma, pero acentuándolos aún más hasta llegar a hacerlos tan sublimes que puede incluso pasar desapercibido el realce de las sensaciones. Sentidos colmados, sentidos activos, sentidos que casi, y perdónenme la blasfemia, se vuelven santos como la semana. 

El primero y más perceptible es la vista. El que ofrece la noche y el día como pasará con el oído. Las dos caras, la feliz para quien goza de ella, y puede ver el palio de estrellas y balcones que acompaña a la Virgen de los Dolores el Viernes que celebra su día; cómo da un "izquierdazo" el Coronación en su salida a la Plaza de Cristo Rey, la Belleza Excelsa de la Virgen del Mayor Dolor, ver cómo se te viene encima el colosal paso de misterio de La Expiración, el sol que doró de un moreno celestial a Las Angustias, la tensa y complicada salida de La Columna, el corte clásico del palio de cajón de la Dolorosa que vive en San Pedro, el mágico sobrecogimiento de los Nazarenos del Silencio y el solemne andar del Santo Entierro. Triste para quien por designios de Dios, no puede verlo con los ojos, y lo hace con el oído (y viceversa).

El segundo es el oído. Como he dicho hay quien no puede ver y tiene que visionar escuchando. Hay quien su oído es el complemento perfecto para lo que ve. Y se pueden oír mil sonidos que te colman y complementan a los otros cuatro. El tocar en el suelo de las varas de los celadores para que anden o paren los Nazarenos. Las voces de nuestros capataces, alguno que otro soltando poesía improvisada para mandar a sus costaleros. El esfuerzo y los kilos cayendo sobre los cuellos de los que hacen caminar el Evangelio por las calles carmonenses. Los revuelos de tambores, cornetas  y bandas de palio poniendo Banda Sonora a nuestra Semana de Los Sentidos, gargantas cortadas por el respeto y el nerviosismo cantando saetas, rachear de pies y crujidos de parihuelas...

El tercero es el olfato. La Semana Santa tiene toda una amalgama de olores que nos penetran por la vía del regocijo. El azahar rompiendo en algunas calles y plazuelas, el puesto del algodón de azúcar, la cera encendida y derretida, goteada ardiente y seca en el asfalto, el incienso característico (y esto ya es para olfatos muy sibaritas) de cada Hermandad. Cada una perfuma con un diferente incienso nuestra Semana de Los Sentidos, y engalana con diferentes adornos florales sus pasos, que cuando hay clavel, azahar, o rosas, también desprenden sensaciones diferentes en nuestro olfato.

Vayamos por el gusto. Que no es sólo el buen gusto de los priostes a la hora de vestir imágenes o adornar los pasos. El gusto más humano, el del paladar, el de los sabores típicos de la Cuaresma y  la Semana Santa. El sabor de las Espinacas con garbanzos, el Bacalao con tomate,  las Pavías de merluza o las Croquetas de Bacalao. El Algodón de azúcar o el Helado de los Valencianos. El café o el cola-cao con las Torrijas y la Leche frita. El gusto que se pone protestón los Viernes y al que se le ha callado la protesta con el ingenio de las cábalas de tantas madres y abuelas para no comer carne y aún así, paladea manjares a diestro y siniestro.

Y por último el tacto. El tocar, que pidió Santo Tomás para creer. Los dedos en el Costado de Cristo que hundimos en cada terminación de nuestra piel para rozar el manto de una Virgen o el Faldón de un Paso, para tomar nuestro cirio resbaladizo y áspero al mismo tiempo, al poner la mano para que caiga cera ardiente que en cuestión de segundos se endurece al tiempo que se enfría como las noches de Primavera. El tacto de la calle en nuestros penitentes pies descalzos, que se vuelve frío o caliente según haya reinado el sol caprichoso,y helado en los templos. El tacto del esparto de nuestro cinturón o de los nudos del cíngulo, el de la tela de nuestro antifaz al pegárnoslo al rostro con la mano para que llegue aire fresco y poder respirar mejor. El tacto de paredes de piedra tallada por los siglos o de la cal que viste de pureza las fachadas, donde nos apoyamos para ver una cofradía.

Por desgracia hay pocos que empleen el Sexto Sentido, que es el sentir de los cinco juntos, para darse cuenta que en Semana Santa, todos se realzan hasta lo sublime. Si no fuera así, sería una semana como otra cualquiera, en una ciudad como otra cualquiera, pero no es el caso. Les invito a un ejercicio de sensibilidad esta próxima Semana Santa: reconcentren el espíritu, cierren un momento los ojos varias veces durante el día, cuando estén usando algunos de los otros cuatro sentidos, luego ábranlos y se darán cuenta cómo se han realzado cada uno de ellos, aportándoles una felicidad que seguro que han estado disfrutando cada Semana Santa, pero de la que no han sido plenamente conscientes. Ya me dirán....

18 marzo 2014

CUARESMA 2014 (III): LAs "BANDAS" "SONORAS".

¿De cuántas películas nos hemos llegado a enamorar por su banda sonora?¿Cuántas hemos querido rememorar realzando este mismo motivo? En la Semana Santa la banda sonora la ponen músicos que puede que nunca lleguen a formar parte de ninguna Filarmónica, porque es música hecha en su mayoría por músicos no profesionales. Y cuando digo "no profesionales" no quiero decir que no sean músicos propiamente dichos, o que no sepan solfeo, no. Quiero decir que son músicos que por circunstancias de la vida, no se dedican profesionalmente a la música. No viven de ella. Pero aportan su tiempo libre de ensayos y estudios de su instrumento para aportarnos esa magia de nuestra Semana Santa en la calle. Detrás de nuestra Hermandad o Cofradía. 

Hace unos años, y tras buscarlo mucho, un amigo me consiguió por fin, la Banda Sonora Original (BSO) de la película "Semana Santa" de Gutiérrez-Aragón, en la que las marchas procesionales de toda la vida estaban interpretadas por la "London Philarmonic Orchestra". La adaptación para unos "guiris" que en su vida habían interpretado música cofrade, tuvo dos vertientes. Hubo quien dijo que prefiere a las bandas de aquí, porque eso no era Semana Santa. Yo me sumé al carro de los que simplemente lo valoraron como lo que son algunas de esas marchas: auténticas sinfonías magistrales.

Y como Banda Sonora la llevo en mi coche para ponerla bien alta cuando recorro bajo el manto nocturno las solitarias calles de la ciudad. Si alguien pudiera meter una cámara y pasear en Cuaresma con un coche que no vibrara como un endemoniado por las calles adoquinadas, ni saltara como un canguro con los dichosos badenes, y filmar un recorrido a cámara lenta por ciertos lugares de Carmona bajo el manto de su noche, la banda sonora obligada podría ser perfectamente "Virgen del Valle" o "Soleá, dame la mano" interpretada por la LPO. 

Una delicia, oiga. Pero una vez llegada nuestra Semana Mayor, sus compases, sus chelos y violines no harían moverse a la Virgen de La Paciencia como se mueve entrando al son de "Amarguras" por la Plazuela de Santiago. O no podrían cantar "Encarnación Coronada" como lo hace Tinajería cuando la toca la "Asociación Filarmónica El Arrabal". Y eso si hablamos de Palios, que no me imagino yo a la sección de vientos y percusiones de la "London", interpretando "Silencio Blanco" o "Réquiem", y no me hagan ni pensar cómo sonarían los británicos detrás del Coronación, de La Columna o de La Expiración. 

Cada cosa tiene su momento, y yo,  sin embargo digo que en directo la música de aquí supera a toda una Filarmónica Londinense. "El Arrabal" y "Nuestra Señora de Gracia" no pueden hacerlo mejor para poner la BSO en nuestra calle, por eso, porque son "Bandas" y son "Sonoras" y como ellos cualquiera de nuestras bandas musicales cofrades de toda Sevilla y Andalucía. Pero luego si quieren ustedes rememorar momentos estremecedores de nuestra Semana Santa, o incluso de lugares de Carmona, prueben a elegir a la "London" y verán qué experiencia.

Para lo otro ya lo dijo Igor Stravinski cuando vino a Sevilla en Semana Santa. Se encontraba viendo una de las cofradías, y tras el Palio sonaba "Soleá, dame la mano". Alguien le preguntó al famoso compositor qué le parecía y Stravinski fue demoledor: "ESTOY ESCUCHANDO LO QUE ESTOY VIENDO". Poco más se puede decir. 

15 marzo 2014

CUARESMA 2014 (II): "..SI SON LOS MISMOS..."

Anoche tras volver del Quinario de La Columna, fui a tomar una copa a mi recién remodelada peña "Los Pitos de Caña", cuya nueva repostería, huelga decirlo, es una auténtica delicia. 

Por las fechas en las que estamos y por el sitio en el que está, en plena Barbacana, la decoración carnavalesca propia de la idiosincrasia de esa entidad, había desaparecido. En sus paredes ya colgaban carteles de Semana Santa, en la tele se reproducían vídeos de Cofradías en Campana y el olor a la freidora de la que salen muchos manjares para el paladar había sido denostado por el del incensario que humeaba en su ventana. 

En la peña, algunos parroquianos de los de no ser de nada en concreto (ni cofrades, ni carnavaleros declarados), y ser de toda costumbre que engloba nuestra Ciudad, es decir, de vivir cada cosa en su momento y disfrutar de todo. Quiso el destino que ayer, como viernes, pasaran por su puerta ambos pasos de la Hermandad de la Sagrada Expiración ensayando para el Martes Santo.

El volumen de la tele se bajó, y yo me apresuré a echar más perfume en el recipiente de barro que perfumaba no sólo el local sino también parte de la calle. Cuando pasaron ambas parihuelas, uno de esos parroquianos que comentaba dijo una frase lapidaria: "Macho, si son los mismos aquí que allí, veo las mismas caras en Carnaval y en Semana Santa". 

El oírlo en boca de alguien que, como decía, no es parte interesada de ninguna de las dos opciones, me llenó de satisfacción. Me vino a la mente una frase que Antonio Martínez Ares dijo en una entrevista en una final del Falla, a cuento de un famoso pasodoble escrito al Nazareno "Greñúo" de Cádiz, tras otra letra que le costó su expulsión de la Hermandad, dedicada al Papa Juan Pablo II.  Ares, dijo en su entrevista: 

"Ya lo ha dicho Julio Pardo en un tango este año, Cádiz es una ciudad muy pequeñita y las mismas gargantas que cantan en Carnavales, luego se vuelven hombros que cargan en Semana Santa".

Pues eso mismo es lo que pasa aquí, a pesar de que aún haya mucha gente que no lo entiende. Que la afición y la devoción pueden complementarse perfectamente. Que las mismas caras que se maquillan una sonrisa en febrero, luego se vuelven cuellos doloridos por el peso de la trabajadera, o se ocultan bajo una túnica de nazareno, incluso ocupan puestos de responsabilidad en Juntas de Hermandades. 

El Carnaval es una tradición que incluso para muchos se vuelve Pasión. Y ser Cristiano y Cofrade es una Pasión, una Fé, que tiene su parte de Tradición. Incluso muchos olvidan la primera parte y lo viven como una Tradición sin más, olvidando el trasfondo Cristiano y Evangelizador que nuestra Semana Santa tiene. 

Pero pasa lo mismo que decía Ares, Esta Ciudad es tan grande y a la vez, tan pequeña, que no es para nada extraño ver las mismas caras, ver a los mismos con una semana de diferencia, cantando con un disfraz, o montando un Altar de Quinario o ensayando bajo el esqueleto de lo que luego será un Altar en la Calle. Porque si hay algo que esa gente, que "son los mismos" saben entender, es que nuestra Ciudad, nuestra Cultura, y nuestra Vida de Carmonenses, tiene un legado que a nuestros antepasados les costó mucho dejarnos. 

Y en ese legado entra agacharse por un caramelo el día de Reyes,  ponerse un disfraz para expresar en Libertad lo que se piensa o un ingenioso chiste, cumplir con tu Fe y realizar una Estación de Penitencia, bailar Sevillanas en la Feria, arrodillarse cuando pase la Custodia del Corpus Christi, andar bajo el calor de la Romería, o ir a visitar a La Virgen de Gracia en su Novena. 

Y lo que haría falta es que ojalá tanta tradición no se perdiera. Que las nuevas generaciones que vienen por detrás, y que quedan en evidencia porque la parte que se vé, por desgracia son peladitos de cenicero, porros y delincuencia, demuestren que hay una parte que no se ve, y que son nuestra esperanza. Que se sumen a vivir todas nuestras tradiciones como parte activa, y que no quede como una expresión de sorpresa la próxima vez que alguien diga "Son los mismos", porque esté considerado como algo normal. 

El Carnaval y la Semana Santa lo forman personas, corazones y almas, que son tan válidas igualmente para una tradición, como para una Pasión. Y viceversa... porque en el fondo.. "son lo mismo".

12 marzo 2014

CUARESMA 2014 (I): EL BARRIO DE MIS SUEÑOS

Ntro Padre Jesús Atado a la Columna
.Salida
El barrio de mis sueños huele diferente a todos. No es el que yo tengo por "barrio de los barrios", el cual lo es por la condición de la gente que vive en él, y que nace y muere en una Judería, pero me da igual. No es "el barrio de los barrios", ni siquiera es "mi barrio" porque yo no vivo en él, pero ha sido, es y será mientras viva el barrio de mis sueños. 

Es el barrio de mis sueños porque mis sueños florecieron en él. Es el barrio de mis sueños, porque uno de mis sueños siempre fue vivir en él. Es el barrio de mis sueños porque es el único lugar que cuando lo recorro sueño despierto. Es el barrio de mis sueños porque quien ha compartido mis sueños, ha tenido que compartir también ese barrio. Y no solo es el barrio de mis sueños, es el de mi infancia, en aquellas noches de ensayo de teatro y velás. Es el de mi corazón por tanta gente del barrio que, a pesar del paso del tiempo sigo llevando en él y me llevan a la vez en el suyo. Es el barrio de mi alegría porque en él habita una Casa donde he sido muy feliz, y en la que habitan dos Ilustres Inquilinos que me cautivaron el alma desde niño.

El barrio de "Los Kíkilis", el del Alcázar, el de La Puerta de Córdoba, el de "La Plazuela", el de "Santa Clara" y "Antiguos Salesianos", el de "La Caridad", el barrio de Santiago, huele diferente. Se presenta ante tus ojos de forma diferente. Tiene una luz diferente. En su plazuela huele a naranjos todo el año (o me lo parecerá a mí). Un barrio que hay quien dice que se está despoblando porque está "muerto". Lo que muchos llaman un barrio muerto, yo lo llamo un barrio tranquilo. Pero aún así no pierde ese carácter tan autóctono ni esa idiosincrasia de barrio que quien se crió (viviera o no) en él, lleve arraigada la honra y el orgullo de decir "yo soy un Kíkili".

A mí me gusta recorrerlo en las noches tranquilas y apacibles de verano. En los albores de la primavera con la cuaresma. En las noches frías del invierno más desolador, y fíjense cómo es la cosa, que aunque su plazuela esté vacía, yo siempre lo veo lleno de gente. Porque hay veces que no es nada triste vivir del recuerdo. Y hay vecinos que ya no están porque se mudaron a vivir allí donde Jesús Atado a La Columna les guardaba su casa celestial, pero siguen bajando en mi memoria a sentarse al solecito de la Plazuela de Santiago. 

Y el barrio me envuelve en una estela de sueños, que me hace cada Jueves Santo por la mañana volver a mis cinco años, y por la tarde, hacer un recorrido por mi vida entera, de todos y cada uno de mis Jueves Santos.  Y recordar velás con los Hermanos Álvarez Quintero en mis palabras, y tardes de limpieza en la antigua Casa Hermandad de la Columna, y túnicas blancas y azules, y negras y azules, y dalmáticas, incensarios y ciriales. Y "Macedos" y "Matutes", y un faldón rojo y un palio oscuro con bordados de oro. Y "Jesús de Las Penas" y "Amarguras" sonando en mi mente. 

Y tantas otras cosas, que cada Cuaresma me dan la vida al revivirlas, al recordarlas, al tener siempre en mi memoria a los que estuvieron, conocer a los que ahora están, y pensar en los que podrán estar cuando yo me vaya no sé a dónde. Los que estarán y recordarán al pisar Santiago, sus momentos de niñez, y sabrán que el barrio huele diferente a todos, que tiene una luz diferente a todos los demás, que no será nunca "el barrio de los barrios", pero que será para ellos, como lo es para mí.. El Barrio de sus Sueños: EL BARRIO DE SANTIAGO.
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