08 marzo 2015

CUARESMA 2015 (VI): "LA MUJER"

Ha caído la tarde. Se ha terminado de vestir, sólo le queda ponerse el antifaz. Se lo enfunda y comienza su camino hacia la iglesia, a falta de una hora para que salga la cofradía. Cumpliendo con las normas que vienen en la papeleta de sitio, camina "sola, sin entablar conversación con nadie, y por el camino más corto". Sí, es una mujer. La mujer que por fin tantas Hermandades van dejando que participen en los cortejos procesionales. Que con su fe y su corazón acompañen al Cristo al que le tienen devoción o a la Virgen a la que dirigen sus oraciones diarias, de la que tomaron quizá Su nombre, Su emoción y Sus lágrimas, aunque ya todo el mundo sepa, que llorar no es sólo cualidad de las mujeres.

Igual que esa nazarena, otra mujer llega a un Cabildo de Oficiales. Es Hermana Mayor de la Hermandad. Al mando de una junta donde todavía hay una mayoría masculina, pero no importa. Ella sabe que es un camino que era largo de recorrer pero que ya va por la mitad. Le consultan decisiones, toma voz y tiene voto. Ella y otras mujeres Hermanas Mayores de las cofradías de nuestra Semana Santa, y priostes, y acólitas, y hermanas de número que ayudan en la limpieza de enseres o montaje de pasos.

Del mismo modo que la nazarena y la Hermana Mayor, una mujer se enfunda el traje y el fajín, y coge la corneta que adornará los sones de un paso de Misterio. Junto con otras compañeras es minoría en su banda de Cornetas y Tambores, pero toca igual de bien, con el mismo amor que un hombre, pero regando las notas con la belleza de la feminidad. Porque ser igual en cualquier ámbito de nuestra Semana Santa no significa perder la sensualidad femenina. Y camina al son de sus compañeros y compañeras detrás del paso. Nadie repara en que haya diferencias... o casi nadie.

De la misma forma que la nazarena, la Hermana Mayor y la música, un grupo de mujeres se hacen el costal el día del Corpus para llevar a Santa Clara. Tienen como fuerza el conocimiento por lo que llevan, el respeto y el protocolo ante la Custodia ante la que todas se arrodillan al pasar. El amor y el cariño que guía sus pasos, junto con la voz de la capataz. El paso sale, pasea, espera en su altar de calle, vuelve a andar y llega a la Iglesia de nuevo. Nadie ha notado la diferencia... o casi nadie.

Como la nazarena, la Hermana Mayor, la música y las costaleras, otra mujer se ajusta la peineta y se viste de Mantilla para salir a la calle el Jueves Santo. Y van tan en su sitio, tan elegante, tan poderosa como las anteriores. La mujer ya va teniendo el sitio que merece en nuestra Semana Santa, el que se han ganado demostrando que pueden ser tan buenas en cualquier cosa que ejerzan como cualquier hombre. Pero aún no han recorrido todo el camino. Aún quedan lagunas en ese caminar hacia la igualdad. Porque muchas hermandades no reconocen que Dios dijo que todos eramos hijos suyos, hombres y mujeres.

Porque ya está bien de que el pensamiento de muchos sea que la Semana Santa "es cosa de hombres". Ellas han demostrado que pueden ser tan buenas cofrades como nosotros, incluso mejores a veces. Ellas tienen todavía mucho que conseguir, poco que aprender y mucho que enseñar a los hombres. Porque así lo quiso Dios, que hasta para enviarnos al Divino Salvador, quiso que su hijo viniera al mundo a través de una MUJER. 


No hay comentarios:

Free counter and web stats