21 julio 2015

EXCUSAS PARA (NO) ESCRIBIR...

A veces lo malo de tener un blog, y un número de lectores medio acostumbrados a leerte (algunos con lupa para ver por dónde te pueden sacar recriminaciones o faltas), es que no siempre uno encuentra tiempo, o ánimos, o excusas para escribir con asiduidad. Hay veces que uno llega a envidiar la facilidad de ciertos blogeros o columnistas para obtener del más mínimo detalle cotidiano, argumentos suficientes para rellenar varios párrafos.  Claro está que eso conlleva el riesgo de que en ocasiones salgan artículos realmente infumables.

Pero el caso es que para los que preferimos el silencio y la complicidad de la noche para juntar unas cuantas letras e intentar ofrecer un ratito de desconexión o reflexión a quien quiera que pueda leerle, tenemos un handicap bastante importante. Y no es otro que el devenir de todos y cada uno de los días... Llega un punto en que parece que en lugar de motivos para escribir, lo que se ocurren son excusas para no hacerlo.  Puede ser por ejemplo que en un día caluroso, como los que estamos viviendo en este insufrible como irrecordable mes de Julio, uno llegue a casa sólo con ganas de darse una ducha fresca, ponerse cómodo con la menor cantidad de ropa posible, y pilarse de agua helada bajo el rugido silencioso del aire acondicionado.

Otras ocasiones la excusa no buscada puede ser una situación familiar complicada (que en todas partes cuecen habas, incluso en las familias de los columnistas de opinión), por enfermedades, discusiones o cosas más graves e incluso estresantes. Discusiones de pareja o con amigos, problemas laborales, no sé... ese tipo de situaciones que normalmente los animales noctámbulos que empleamos nuestro tiempo para el ocio de los demás, conseguimos obviar por unos momentos para sentarnos a escribir lo primero que se nos ocurra, o bajo la influencia de esos detalles que antes comentaba, en los que encontramos un argumento que desarrollar.

Otras veces vas paseando, o solo en el coche, y te viene una idea genial, una frase que te gusta con la que puedes empezar, o terminar un artículo y entonces decides guardarla en tu mente. O eso crees, luego llegas a casa, y tras el proceso de "refresco" , te sientas a escribir y esa frase se a esfumado y no hay manera de recordarla. En fin, que esto de tener un blog a veces resulta agobiante porque tienes un compromiso moral con quien te lee, pero es maravilloso porque nadie te "obliga" (al menos contractualmente) a una periodicidad. Sobre todo cuando muchas veces en cada artículo, en cada párrafo, en cada frase y en cada letra, van implicados muchos sentimientos de quien escribe, que son ultrajados también en muchas ocasiones sin ningún tipo de miramientos por los lectores.

Ustedes dirán si no son motivos para que de vez en cuando, la pereza, el hastío o la falta de ganas, impliquen dejar de lado el deber moral de escribir con periodicidad, y más que encontrar motivos para escribir, te vengan sin buscarlas, excusas para no hacerlo...

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