28 octubre 2015

LA IMAGINACIÓN Y LOS SUEÑOS DEL DESEO

Hay veces que como no puedo tenerte... te sueño. Hay veces que incluso no puedo esperar a dormir para tener tu imagen ante mí y directamente... te imagino. Hay ocasiones en las que una simple chispa de soledad o de complicidad de la noche, hacen que me vea arrancándote la ropa al cerrar los ojos, o te observe sentándote lentamente en mi cama mientras te la quitas tú delicadamente, dirigiéndome esa mirada pícara y a la vez seria y llena de deseo.

Hay veces en que en mis sueños nos fundimos en una sola piel, mientras mis labios recorren los lugares más privados de tu cuerpo. Veces en las que no importa la hora, ni el ajetreo de los días ni el cansancio. Sólo importa la avidez con la que nos encontramos en un momento cualquiera y coincidimos en dar rienda suelta a la lujuria.  Otras veces te sueño o te imagino con un conjunto de lencería que a la par de dejar muy poco a la imaginación, resulta irresistiblemente sexy puesto sobre tu cuerpo.

En esas veces, casi prefiero no quitártelo y dejarme hacer mientras te miro amarme. Acariciar tus pechos o sujetar tu cintura o arañar tu espalda mientras nuestras lenguas se ensalzan en una húmeda conversación, y nuestros sexos convergen en la más placentera de las batallas contra la rutina diaria. Esas veces no quiero despertar, ni abrir los ojos porque te tengo, mía, a mi merced y lujuria. Esas veces sé que eres tú por lo que siento soñándote y no por lo que sueño.

En esos sueños, en ese cerrar de ojos no hay tregua para la pasión, para las embestidas que a ti casi te dejan sin aliento y a mí me colman los sentidos, para los besos interminables en cada poro de tu piel, para las caricias de mis uñas sobre tu espalda y de las yemas de mis dedos sobre tus nalgas y tus piernas. Para las palabras susurradas que nadie que no seas tú puede oír. No hay tregua para hacer todo lo que deseo cuando te veo bebiendo de tu vaso en el bar, o encendiéndote un cigarrillo, o mirando el móvil, o callada mientras te quedas pensativa maquinando sabe Dios qué. No hay tregua en esos sueños porque es en ellos donde nadie puede escandalizarse por los orgasmos que te provocaría, o incluso si se escandalizaran, al despertar seguirían si saber lo que han visto...

Son imaginaciones mías que a veces sueño con que sean las tuyas. Son sueños míos que a veces imagino que sean los tuyos. Y cuando no podemos encontrarnos en la vida real, imagino que es en los sueños donde nos vemos, y sueño que nos imaginamos con la desesperación de saber el placer que nos provocaríamos, las horas que pasarían siendo cómplices de nuestros gemidos, de nuestras caricias, de nuestra lujuria y nuestra ropa interior tirada en cualquier parte. 

En noches como esta, me propongo que sea una de esas veces. No descarto decirte que si es un sueño, despertaré con más ganas de ti. No descarto que si no puedo esperar a dormir y al final te imagino, mis ganas de ti acabarán por materializarse en caricias propias. No descarto nada, y lo deseo todo. Y en ese todo estaría tu cuerpo en carne y hueso, pero es lo bonito que tienen los sueños, que hasta cuando es imposible, puedo tenerte, aunque solo sea fruto de mi imaginación... 

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